jueves

Constelación

Una gota de silencio ronda tus labios rojos.
Dos estrellas me iluminan desde ti y no necesitan ser más para formar una constelación. Tres caricias se deslizan por mi rostro y dejan a su paso la tibieza de tu ser.
Cuatro paredes impregnadas de risas, sudor y llanto.
Cinco letras para nombrarte y más de mil que ya te he escrito.
Te he escrito no con las manos ni los dedos, te he escrito con pálpitos. Un ¡pum! por cada mirada y taquicardia por un beso.
Empecé a escribirte desde un profundo abismo. Luego, tus besos se hicieron escalones. Y antes de decir “amor” me tenían ya en lo alto. Desde donde cuidaba que ninguna nube te ocultara de mi vista.
Te he nombrado en calles, camas, sueños. Te he nombrado en la lejanía de mi mente obnubilada por naturaleza. Y te he nombrado en la premura de sentirte cerca.
Me impregnaste del aroma de tu cuerpo y la ternura de una mirada. Hoy, si no huelo a ti no huelo a nada.
Deslizarme por un recuerdo nuestro es un placer que me reservo en las madrugadas. Me arropan, me entibian en estas noches tan frías, tan calmadas.
Al son de tus pasos me acostumbré a vivir. Al sube y baja de emociones, niñerías y canciones que nacieron en mi y vivieron en ti.
Al silencio que se forma cuando tus ojos me dicen
bajito y al oído todo lo que siempre quise oír.

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