viernes

Guata perversa

Antes de poner los dedos en el teclado miro hacia abajo para confirmar si vale la pena escribir este post. Y si parece que la melancolía y la nostalgia cundirá en estas líneas...es eso...parece y nada más porque la razón que me hace mirar hacia abajo es superflua y hasta hace unos días super grande...qué es?: Mi guata. La nostalgia puede aparecer cuando recuerdo que tan solo un par de años atrás lucía un incipiente pero existente six pack en el abdomen hoy abultado por el sendetarismo y la falta de pichangas. Siempre he sido flaco casi al extremo y así como juraba que nunca me volvería adicto a drogas como el pucho, también rejuraba que nunca tendría panza. Para eso me tiraba al piso a cumplir con las 500 abdominales diarias. De eso hace mucho, confiado en que aquellos ejercicios de antaño era un salvamento eterno. Y no pues, los años pasan las chelas también y la mala vida termina por convertirte en el antagonista de tus años mozos. Por aquella época me preguntaban que a donde iba lo que comía, respondía sincera y cachosamente que al mar, porque no subía ni un gramo por más que tragara y tragara. De repente un día el espejo me dijo..."estas panzón hermano", me lo repitió mi enamorada y me lo confirmaron los polos.

Hace unos meses intente correr pero el asma, los cigarros y el frío me impedían sostener el ritmo por más de 6 cuadras. El verano me dio un rayito de esperanza y con la ayuda del -nosequizatalvez- magnesol empecé una vez más con las abdominales. 300 diarias y bajo algo. Ya solo aparentaba 5 meses de gestación, de cabeza y varoncito. Esta semana he salido a correr. Ya no me canso como antes. Hoy me he visto al espejo...lo he visto y me ha mirado, hoy creo en...que debo seguir corriendo.

jueves

Venus y Marte

Entendernos no es difícil...es imposible. Lo afirmo, reafirmo y confirmo. Y en aquella insoluble relación hombre-mujer hay algo que jala miradas primero y arrebatos después. Por allí deambula parte de lo interesante de las relaciones de pareja, sea serio, pasajero o super efímero. ¿Para qué entendernos? Mejor disfrutar de aquellos cortos momentos de complicidad cuando nuestras ganas coinciden, de los tropezones románticos y su posterior "levantada", de la incertidumbre de nuestros pasos hacia ella, de decir no y ella sí y viceversa. En fin...no entendernos es parte del encanto creo....y a la vez la otra parte del encanto se construye con entendimiento. Es más, entre este entrevero de palabras ya ni yo mismo logro entenderme, ojalá ustedes sí....jejeje.

Todo esto viene al caso por el post de Sofitach en sincera queja contra los hombres y lo difícil que es entendernos. Hubo que buscarle el lado amable a la situación y el resultado son las líneas más arriba.