
Tal vez se preguntarán: ¿Y que hacía él -osea yo- por ahí? Caminando nomas...a la salida de Polvos Azules, me imagino que la mayoría conocerá que por allí cerca, unas calles más allá, en la intersección con la Av. Grau, hay gran cantidad de putas. De día, de noche, da igual. Siempre las encuentras allí escasas de ropa, siempre cariñosas y no muchas veces bonitas o al menos apreciables. Otra vez se preguntarán: ¿Y este como sabe si son cariñosas o no? A todo el que pasa por esa calle le dicen papi, amor, bebe, etc. Por lo que he visto, algunas les tocan el culo a sus posibles clientes, no sé si para alentarlos a un revolcón de mediodía o para chekar la billetera o en todo caso, extraer algunos billetitos sueltos.
El gorro y el bling bling seguían brillando a la orilla de la vereda, nunca dejando verse el rostro. A pesar del polo ancho de basketbolista, unos pechos abultados delataban su género. Tal vez era lesbiana, tal vez fan de Daddy Yankee yoooou, no lo sé. Lo único que supe era que el negocio de al frente era suyo y que por los gritos que daba le faltaba clientela. -"Amigo, peladitas...están chibolitas, miralas" - me trataba de convencer la caficha, chula, P.I.M.P, lo que sea. Dicho sea de paso, nunca pude comprobar la validez y autenticidad de su producto. ¿Estarían o serían realmente peladitas? En este punto debo aclarar algo. Cuando escuché lo de peladitas y me di cuenta que se referían a las putas, pensé en un primer momento que eran putas algo recorridas o mayores de edad al menos y que solo pasaban una rasuradora por aquel frondoso bosque en el que se puede llegar a convertir aquella zona de la anatomía femenina. Pero no, no eran recorridas y peor aún mayores de edad. Me di cuenta unas calles después cuando lo conversaba con mi compañera de experiencias -esto suena a agarre, no? Digamosle entonces, enamorada- Eran niñas y no había reparado en eso. ¿Mi cerebro trabaja lento o es que a veces soy muy ingenuo? ¿Serán las dos?
Luego de escuchar esa voz entre gruesa y delgada que venía debajo de la gorra de los New York Yankees, le hice caso. Esa puerta era un imán de miradas y la pared verde del interior el fondo miserable de las cortas vidas de sus habitantes. No recuerdo rostros, no recuerdo gestos. Solo vestidos cortos y mucha piel. Un chiquillo mirándolas una a una desde el interior y una escalera con destino a un colchón sucio e infecto. Todo eso en 3 segundos de mirada de lado y una balanza sopesando la lujuria en un ojo y la pena en el otro. El año pasado hice un reportaje sobre prostitución infantil, y cuando por 3 segundos vi a las "peladitas" se me vino toda la investigación a la memoria.